viernes, 24 de agosto de 2018

Alarmante récord de la morosidad en el pago de préstamos y tarjetas

Preocupante dato que va de la mano de los problemas en la cadena de pagos. El retraso en el pago de los préstamos y las tarjetas de crédito llegó a su mayor nivel desde agosto 2010. La morosidad empezó a crecer hace dos años y medio pero se aceleró en los últimos seis meses por el incremento exponencial de la inflación y ahora por efecto de la recesión y se espera que siga aumentando.

Otro síntoma más de la crisis que afecta al funcionamiento de los servicios financieros pero especialmente a las cuentas familiares y el cumplimiento de sus obligaciones: el retraso en el pago de los préstamos y de las tarjetas de crédito ya es récord y alcanzó su mayor nivel desde agosto 2010.

Las promociones de cuotas sin interés y las facilidades de acceder a préstamos generaron un alto consumo que ahora, en otro contexto económico, empiezan a tornarse impagables.

Así, la morosidad no dejó de crecer desde hace dos años y medio. Pero se aceleró en los últimos seis meses y llegó al mayor nivel en ocho años, según se desprende de cifras oficiales.


Según el monitoreo sobre los casos más graves que lleva el Banco Central, si a fines de 2015 sólo 2,1% de los préstamos al consumo de las familias estaba en situación “irregular” (con al menos 90 días de atraso o altas chances de no poder pagarse), este año el indicador ya arrancó en 3% y creció mes a mes hasta tocar un 3,7% en junio, el último dato disponible.

Aunque aún se está lejos del 6,4% al que se llegó en la crisis de 2009, la tendencia preocupa porque es la marca más alta desde agosto de 2010. Y porque prevén que la morosidad siga en alza por la recesión y el impacto erosivo de la inflación sobre el poder adquisitivo de los salarios.

“La tendencia es lógica porque mucha gente, tentada por descuentos y la chance de ‘patear’ gastos para más adelante, hizo compras en muchas cuotas. Pero luego las tarifas y todos sus gastos les subieron más que los sueldos. Y empiezan a atrasarse”, opinó Mariano Otálora, director de la Escuela Argentina de Finanzas Personales al diario Clarín.

Por su parte, Héctor Polino, fundador de Consumidores Libres, cuenta que actualmente esa entidad recibe “consultas constantes” de gente afectada: “Les llegan facturas de luz, gas y agua demasiado altas y a otros se les sumó una baja inesperada en sus ingresos porque en el trabajo les cancelaron horas extras o los suspendieron. En estos casos, la gente privilegia el pago de los servicios esenciales, para que no se los corten, y paga el mínimo de la tarjeta o va al banco a pedir más tiempo”.

Con el Banco Central fijando tasas de interés de referencia extra altas para contener al dólar y la inflación, refinanciar el saldo de la tarjeta de crédito tenga ya tiene un costo financiero total (CFT) con IVA cercano al 100% anual en bancos privados de primera línea, y de hasta 120% en plásticos no bancarios. Mientras que, en préstamos personales, esos costos pueden llegar al 150%. Por eso, advierten expertos, hay altos riesgos de que los nuevos préstamos también se vuelvan impagables, en un círculo vicioso similar a una “bola de nieve” –según publica Urgente 24-.

“Tasas tan altas son el ‘tiro de gracia’ para los que están muy endeudados con tarjetas y préstamos personales, porque traen un doble efecto negativo: la actividad económica cae, disminuyendo los ingresos de esas familias, y el costo de las deudas se encarece. Así, los que no pueden o no quieren ‘ajustarse’ terminan pagando el mínimo de la tarjeta, sin advertir el altísimo costo de hacer eso”, afirmó el economista Nicolás Litvinoff, director de Estudinero.net al matutino. Y advierte que todo se complica aún más si, al superar los 90 días de mora, la persona es enviada al Veraz, “que es como una ‘lista negra de morosos'”: “Una vez allí, se corta todo tipo de crédito que pueda ayudar a refinanciar la deuda, mientras los intereses y otros costos la siguen engrosando”.

Según datos del Central, el país tenía en marzo 10,4 millones de personas con deudas por tarjetas de crédito (1 millón más que a fines de 2015) y 5,7 millones por préstamos personales (737 mil más). A su vez, en el último año, lo que debe la gente a los bancos por “tarjeteo” creció 37%, y un 45,6% por lo contraído en líneas personales, contra una inflación del 31%. Los deudores por préstamos hipotecarios son unos 228 mil y, por ahora, su morosidad se mantiene muy baja.

A pesar de la suba en la mora, a principios de agosto un informe sobre tarjetas de crédito en la Argentina que realiza el Estudio Paredes, mostró que quienes usan los plásticos los siguen valorando por las promociones y las compras en cuotas.

“Hay una valoración creciente de las tarjetas como medio de pago o ‘rueda de auxilio’ ante situaciones de estrés económico o financiero desde 2010 hasta el presente. Esa apreciación favorable es del 73% en promedio, pero crece notoriamente a medida que disminuye el nivel socioeconómico, llegando al 78% entre los del nivel C3 y al 84% en el D2, que es el estrato más bajo”, explicó al diario La Nación Enrique Paredes, autor del relevamiento que da cuenta de la elevada penetración que lograron estos plásticos en los últimos años.

Muestra que en 2010 el 46,1% de la población adulta del país, es decir, 13.964.805 personas mayores de 18 años entonces, tenían tarjetas de crédito. Y que en la actualidad esa proporción creció al 58,2% (19.228.000 personas).

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