A un mes del estallido del caso de corrupción más escandaloso de la historia del Chubut, ya se observa que el status quo que había llegado para quedarse desde 2003, cambió de manera abrupta y quizás para siempre. Aquellos que apenas unos meses atrás hacían turismo por playas caribeñas, salían a pasear en autos de alta gama y construían mansiones lujosas con grandes quinchos en los que se fotografiaban disfrutando jugosos asados, hoy casi no pueden ir a comprar al supermercado.
En una provincia casi quebrada, con una deuda sideral y un déficit mensual de 700 millones, con pago escalonado de haberes y sin aumento salarial, la bronca de la gente explotó con toda la furia contra quienes creen que fueron los que se “robaron” los fondos públicos, señala un informe publicado hoy por el sitio web ADNSur.
Este clima de efervescencia se vive claro está en todo el territorio, pero sin dudas la ebullición mayor está en el valle, y con más exactitud, en Trelew y Rawson, donde vivía la mayoría de los integrantes de este grupo de funcionarios que algunos siguen describiendo con ironía como los “jóvenes brillantes”. Algunos hacen un paralelismo con los casos del menemismo y el kirchnerismo, pero allí la bronca de la ciudadanía se expresaba a través de los medios o de las urnas. En cambio en este caso es distinto, ya que se trata de una comunidad chica donde “todo el mundo se conoce”. Aquí no hay countrys exclusivos donde aislarse, y salvo alguna excepción, no hay colegios de elite.
El vecino común comienza a darse cuenta que convivía todos los días con los protagonistas que según las redes sociales y los medios, integraban lo que parecía una millonaria matriz de corrupción en el corazón del poder. Y esa convivencia parece por estos días imposible. Se rompió la “paz social” y hoy ya nadie parece guardarse nada. Los ejemplos de los “escraches” están a la orden del día y se repiten a toda hora en diferentes lugares públicos.
La mayoría de los nombres más conocidos que estuvieron en este “círculo rojo” permanecen por estos días encerrados en sus casas. Y si bien los ahorros les permiten viajar y estar lejos para evitar la exposición, tienen una familia que debe seguir su vida cotidiana: sus parejas deben ir a trabajar, los chicos tienen que ir a la escuela, hay que hacer las compras, ir al banco. No se puede simplemente “desaparecer”. Si bien la llamada vida social desapareció de manera obligada por estas horas, muchos creen que será hasta que “baje la espuma” y la gente se vaya olvidando.
Por lo pronto, los que se animan a sacar la cabeza e estos días son castigados, incluidos aquellos que hasta hace unos meses atrás eran intocables porque se les tenía temor. Uno de los ejemplos más palpables es el que vivió el pasado 2 de abril el director del Banco del Chubut, Pablo Das Neves, en un conocido Resto Pub del centro de Trelew, donde cenaba con su esposa. Varios testigos cuentan que por lo menos otros tres comensales de mesas vecinas se dieron vuelta para insultarlo e increparlo y uno hasta lo desafió a irse a las manos. El hijo del ex gobernador tuvo que cortar abruptamente la cena e irse temprano.
Los escraches
Los ejemplos de este tipo abundan: un ex ministro coordinador no se anima a ir a buscar a los chicos a la escuela por los reproches del resto de los padres; otro ex funcionario fue insultado en la cola del supermercado y tuvo que dejar las cosas e irse al auto. Y sin dudas el escrache mayor lo sufrió hace una semana atrás el contador Federico Gatica al momento de ser detenido. No parece casualidad que al hombre se lo expusiera de tal manera, ya que lo tuvieron parado y esposado durante cuatro horas en la vereda, en el centro de Trelew frente a su estudio, mientras la gente daba vueltas con el auto y le sacaba fotos y lo insultaba. Para algunos fue innecesario, y otros no pueden explicar de dónde sale tanto odio.
Quizás el nombre de Gatica no llame la atención en la zona sur o en la cordillera, pero no pasa desapercibido en el valle. Ya en la primera gestión de Das Neves ocupó un cargo de director administrativo dentro del área de asistencia social, del que tuvo que ser apartado luego de una denuncia penal por una escandalosa compra de botines. Hijo de un reconocido médico, vecino del barrio más exclusivo de la ciudad, casado con la hija de una familia tradicional de comerciantes, presidente del club de rugby considerado el más elitista de la zona, parecía uno de esas personas intocables, con las que la justicia nunca se metería.
Hasta aquí los primeros seis detenidos en esta causa pertenecían a apellidos sin renombre en la zona, que pasaban desapercibidos para el gran público. Correa era el más importante por el poder que le había dado Das Neves, pero el hombre es oriundo del Gran Buenos Aires, sin parientes aquí en la zona. Pero el caso de Gatica fue un punto de inflexión, porque perteneciendo –como expresó uno de los fiscales- a una de las “familias patricias” de la ciudad de Trelew, marcó que el equipo de investigadores no reconoce privilegios.
Y fue entonces que el resto de sus compañeros, amigos, colegas, entró en pánico. Ya con el ejemplo de Cristian Eguillor, ex presidente de Seros, a quien le allanaron su casa de 600 metros cuadrados en otro barrio exclusivo como “Quintas de Bonorino” en las afueras de Trelew, se habían dado cuenta que a la justicia no le iba a temblar el pulso. Ahora con Gatica confirmaron que ninguno está 100 % seguro.
Los chismes y rumores sobre la paranoia de estos ex funcionarios están a la orden del día, y ya es difícil a esta altura separar la paja del trigo de lo que circula en redes sociales. Por ejemplo, hay versiones que ubican a un conocido “joven brillante” que llegó a ocupar cargos de mucho poder, ingresando el día de la detención de Correa a las cajas de seguridad de un banco de Trelew del que dicen, se habría retirado con un bolso cargado. Como en el caso de Lázaro Báez, hay vecinos que aseguran saber dónde algunos ex funcionarios tienen la plata enterrada.
La condena social es tan alta, que ya debió dejar el cargo de Fiscal de Estado, Diego Martínez Zapata, quien iba a ser sometido a un jury por las escuchas que lo vinculaban a Diego Correa. Y de acuerdo a lo que declaró la diputada Alejandra Marcilla el mencionado sitio web, la misma suerte podría correr el Contador General Mario Glades, quien era socio de Gatica y autorizó la manera en que se fue gastando el dinero en los últimos dos años.
Es imposible saber dónde terminará semejante bola de nieve. La olla que destapó el famoso “sobre bomba” que permitió a la justicia conocer el funcionamiento de una “caja negra” en el corazón mismo del poder, tiene nerviosos hoy a todos los integrantes del partido de gobierno, porque son muy pocos los que escapan a la sospecha general. Y en ese grupo hay que sumar a buena parte de los empresarios más poderosos de la provincia, posibles aportantes a este sistema y cuyos nombres aún no han trascendido, pero que en algunos casos ya quieren contar todo lo que saben.
Una sola cosa queda clara a esta altura: la ex empleada del gobierno que subrepticiamente dejó un sobre dirigido a diputados de la oposición en la Legislatura a mediados del año pasado, cambió para siempre la historia política del Chubut. Pareciera que ya nada volverá a ser lo mismo, pero para que eso ocurra todos, clase política y ciudadanía, deberán aprender de los errores, para no cometerlos nunca más.
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